Alfonso II el Casto, en el Camino Primitivo, que fue rey de Asturias desde 791 hasta 842, es considerado el primer peregrino de la historia del Camino de Santiago. Su reinado, que se extendió desde finales del siglo VIII hasta principios del IX, no solo estuvo marcado por notables logros políticos y militares, sino también por su profunda fe religiosa, que jugó un papel crucial en la promoción del Camino de Santiago como un importante destino de peregrinación.
Pero es que su peregrinaje tiene una relevancia especial, no sólo por ser considerado el primer peregrino de la historia, ya que fue él quien ordenó la construcción de la primera iglesia en honor al Apóstol Santiago, marcando el inicio del culto jacobeo que eventualmente llevaría al desarrollo del Camino de Santiago como lo conocemos hoy.
El viaje de Alfonso II el Casto no fue una tarea sencilla. Partió desde la corte en Oviedo, recorriendo lo que ahora se conoce como el Camino Primitivo, una ruta que atraviesa paisajes montañosos y valles verdes del norte de España. Este acto de fe no solo fue un viaje espiritual para el rey, sino que también sirvió como una declaración política, demostrando su devoción y alineación con la cristiandad occidental.
Alfonso II el Casto, entre la fe por el Apóstol Santiago y la expansión de su reino
Alfonso II nació alrededor del año 760 y ascendió al trono de Asturias en 791, tras varios años de incertidumbre política y militar. Su reinado fue testigo de la consolidación del reino de Asturias, un baluarte cristiano frente a las fuerzas musulmanas en la península.
Durante su gobierno, Alfonso II fortaleció las fronteras del reino y fomentó una era de relativa paz y estabilidad que permitió el desarrollo de la cultura y las artes.
El descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago
El evento más significativo que marcó su reinado fue, sin duda, el supuesto descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago en el año 813.
Según la leyenda, un ermitaño llamado Paio fue guiado por estrellas hasta el lugar donde se encontraban los restos del Apóstol. Al ser informado de este hallazgo, Alfonso II no dudó en reconocer su importancia y se embarcó en una peregrinación desde la capital de su reino, Oviedo, hasta el lugar del descubrimiento, el Bosque de Libredón, o, lo que hoy es Santiago de Compostela.
Esta peregrinación no sólo fue un acto de devoción personal, sino también una poderosa declaración política y religiosa. Alfonso II ordenó la construcción de una iglesia sobre la tumba del Apóstol, lo que dos siglos más tarde se acabó convirtiendo en la catedral de Santiago de Compostela.
Su peregrinación y el patrocinio de la iglesia marcaron el inicio oficial del Camino de Santiago, promoviendo la ruta como un importante destino religioso.
Alfonso II el Casto, además, se propuso obsequiar una espléndida cruz para coronar el sepulcro del Apóstol Santiago. Para su elaboración, reunió diversas gemas y metales de valor, y encomendó su creación a dos maestros orfebres. La leyenda cuenta que, en una ocasión, Alfonso II ingresó en la estancia donde se forjaba la cruz y la halló misteriosamente completada, flotando en el aire y despidiendo un fulgor celestial, mientras que los orfebres habían desaparecido sin rastro y sin reclamar pago alguno por su labor.
El Camino de Santiago y su legado
El establecimiento del Camino de Santiago por Alfonso II tuvo un impacto duradero en la historia y la cultura europea. Al promover esta ruta de peregrinación, no sólo se fomentó el desarrollo económico y cultural de las regiones por las que pasaba el Camino, sino que también se fortalecieron los lazos entre diferentes reinos cristianos de la península y el resto de Europa.
Bajo el auspicio de Alfonso II, el Camino de Santiago se convirtió en una vía por la que fluían no solo peregrinos, sino también ideas, mercancías y arte. Esto contribuyó a la integración cultural y espiritual del continente durante la Edad Media.
El impacto cultural y religioso de Alfonso II el Casto y el Camino Primitivo
El apoyo de Alfonso II el Casto al cristianismo y su papel en la promoción de la peregrinación a Santiago de Compostela tuvieron un impacto significativo en la identidad religiosa y cultural de la península Ibérica. Su legado es especialmente visible en la rica tradición de arte sacro y arquitectura románica que floreció en las rutas del Camino de Santiago, testimonio del profundo fervor religioso y del mecenazgo real.
Alfonso II el Casto no solo fue un líder eficaz en términos políticos y militares, sino que su devoción y acciones en relación con el Camino de Santiago lo establecieron como una figura crucial en la historia religiosa de España y Europa. Su peregrinación no fue solo un viaje personal en busca de espiritualidad, sino también un acto fundacional que transformó el Camino de Santiago en un símbolo de la fe y la cultura europea, un legado que aún resuena miles de años después. A través de su visión y piedad, Alfonso II dejó una marca imborrable que aún guía a los peregrinos en su camino a Santiago de Compostela.
Alfonso II el Casto en Compostela
En el año 1965, se llevó a cabo la inauguración de un monumento en reconocimiento a la ilustre figura de Alfonso II el Casto en la plaza de Entrepraciñas, ubicada junto a la Facultad de Historia, en pleno casco histórico de Santiago de Compostela.
Esta estatua es una réplica de la que se erige en Oviedo y fue un obsequio del Principado de Asturias.
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