Cuidar los pies en el Camino de Santiago
De todos los parámetros que debes tener en cuenta antes de ponerte a hacer el Camino de Santiago, seguramente el más importante es preocuparse por cuidar los pies.
Del mismo modo que es conveniente hacer un pequeño entrenamiento previo a comenzar tu Ruta Jacobea, también debemos preocuparnos de que nuestros pies estén preparados para la sobrecarga que tendrán que soportar durante varios días seguidos.
Debemos tener en cuenta que vamos a realizar de promedio unos veinte o veinticinco kilómetros diarios lo que supone un esfuerzo al que, generalmente nuestros pies no están acostumbrados.
Cuidar los pies antes de empezar el Camino de Santiago
Antes de hacer el Camino de Santiago, por más que estemos acostumbrados a realizar deporte de manera habitual o incluso caminatas, debemos tener en cuenta que a lo largo de nuestra peregrinación nos vamos a encontrar un terreno en constante cambio. Es supone el doble de exigencia física para nuestro cuerpo.
La orografía de Galicia es muy variada y tendremos, además, que caminar por distintos tipos de firmes. Por supuesto, a esto, hay que sumar las largas distancias, todas las horas que pasaremos al día andando.
Hay dos tipos de lesiones que debemos prevenir a toda costa durante el Camino de Santiago: las torceduras de tobillo y las ampollas.
Por eso, lo más importante para cuidar los pies en el Camino de Santiago será la correcta elección del calzado. Lo ideal es utilizar botas de trekking o de montaña que sean transpirables y sujeten correctamente el tobillo, pero, sobre todo, es fundamental que nuestros pies se acostumbren a ellas antes de comenzar a caminar. Olvidaos de empezar el primer día del Camino de Santiago con zapatos nuevos. Os traerán problemas, seguro.
Del mismo modo, también es importante elegir unos calcetines que no tengan costuras y que tampoco sean completamente nuevos.
Tanto el calzado como los calcetines deben de tener suficiente uso previo y nuestros pies deben estar acostumbrados a ellos.
Además del entrenamiento previo, que ajustaremos a la media de kilómetros que haremos en nuestra ruta, y la correcta elección de botas y calcetines, es recomendable cortar bien las uñas siguiendo su forma natural, sin dejar esquinas ni picos que puedan hacernos daño.
También debemos saber que, aunque cortemos correctamente las uñas, puede suceder que, debido a la irregularidad del firme, estas reciban algún golpe y que, cuando llegues a Santiago, algunas estén negras. A algunos peregrinos incluso se les caen, al final de Camino. Pero no te preocupes por esto, volverán a crecer sin problema.
Cuidar los pies durante el Camino de Santiago
Los pies deben ser los grandes mimados mientras estés haciendo el Camino de Santiago. En conveniente que los hidratemos cada noche y también antes de comenzar cada una de las etapas.
Tanto las botas como los calcetines deben tener la talla adecuada y estar correctamente ajustados para que nos sujeten bien el pie.
Durante el Camino de Santiago no debemos forzar a la hora de andar, debemos mantener un ritmo relajado cómodo para nuestras piernas.
Es recomendable utilizar bastones para mayor estabilidad a la hora de caminar. Lo mejor es optar por unos bastones de senderismo. Los hay muy buenos que son plegables y así no resultarán una molestia durante el viaje ni en los momento en los que no los necesites.
También debes evitar la humedad en los pies. Asegúrate de que tus botas están secas antes de comenzar a caminar.
Durante cada una de las etapas del Camino de Santiago puedes aprovechar en los descansos para descalzarte y dejar que los pies se aireen.
Cuando llegues al final de etapa, lava bien los pies y revísalos para detectar cualquier lesión en la piel. No olvides hidratarlos. Para descansar puedes ponerlos un momento en algo y hacer algunos ejercicios de estiramiento.
Te recomendamos que, para el final de cada etapa, traigas un calzado abierto que permita que los pies respiren mientras no estás caminando.
Si tienes la mala suerte de que, a pesar de todos los cuidados te sale alguna ampolla, toma nota sobre cómo proceder.
Ampollas en los pies en el Camino de Santiago
Según el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos el 74% de los peregrinos que hacen el Camino de Santiago acaban sufriendo de alguna ampolla en sus pies, ya sea de mayor o menor envergadura.
Las ampollas pueden salir por rozaduras del calzado o de los calcetines y también por un exceso de humedad en los pies.
Pero antes de que salga una ampolla, lo normal es que vayas notando algún tipo de molestia en el pie. Al primer signo de alarma, lo ideal sería atajar el problema, detenernos, y ponernos ya un apósito en el lugar para evitar que continúe la fricción sobre ese punto.
Si, por el contrario, te encuentras con que ya tienes ampollas desarrolladas, evita tocarlas si estas son muy pequeñas y la piel que las cubre todavía es gruesa. En estos casos, limpia la zona con un antiséptico, sécala bien, y coloca una tirita antes de volver a caminar para evitar que vaya a peor. Los apósitos tipo Compeed van muy bien porque tienen un efecto curativo a la vez que protegen bien la zona contra el roce.
En el caso de que tengamos una ampolla grande, con líquido y con la piel muy fina que corra el riesgo de rasgarse en cualquier momento, podemos drenarla. Eso sí, previamente debemos lavar las manos correctamente, desinfectar la zona y la aguja que vayamos a utilizar. Podemos usar una de coser, por ejemplo, pero siempre asegurándonos de que está muy bien desinfectada.
Una vez hayamos drenado la ampolla, volveremos a limpiar la zona, secarla y, lo mejor, sería colocar un apósito tipo Compeed, que suelen caerse solos cuando la ampolla ya se ha curado.
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