El bastón del peregrino
Aunque el uso del bastón del peregrino se remonta ya a la Edad Media, todavía es hoy un elemento muy importante para aquellos que se deciden a recorrer el Camino de Santiago.
Nosotros siempre recomendamos caminar con el soporte de bastones, porque aseguran el paso, nos facilitan fijar un ritmo y pueden ser de gran ayuda en los terrenos más complicados.
Al mismo tiempo, el bastón del peregrino nos permite descargar parte del trabajo de músculos y articulaciones y es un apoyo que nos va a favorecer en el cuidado de los pies.
También es conveniente entrenar antes de hacer el Camino de Santiago con el mismo bastón del peregrino que vamos a utilizar después. Así estaremos mejor coordinados y preparados para afrontar las etapas de varios kilómetros que nos esperarán cada día.
El bastón del peregrino es uno de los símbolos jacobeos más relevantes, junto con la concha del peregrino y la Cruz de Santiago, y uno de los imprescindibles para hacer el Camino de Santiago, pero, ¿cuál es su origen?
Origen del bastón del peregrino
En muchas representaciones artísticas medievales y también en el Códice Calixtino, datado en el s. XII, aparece ya el bastón y se refiere a él como el tercer pie del peregrino. Por tanto, podemos considerar que es un elemento vinculado al Camino de Santiago prácticamente desde sus orígenes, y que siempre ha tenido gran importancia.
La nomenclatura tradicional para referirnos al bastón del peregrino es bordón, una palabra que podría venir del francés bourdon, aunque su etimología no está del todo clara.
El bordón no es un bastón cualquiera
Este bordón, el bastón tradicional que utilizaban los peregrinos para caminar hasta Compostela, era mucho más largo que los que utilizamos ahora, debiendo llegar al menos por encima de la altura del hombro, con frecuencia superando la altura del peregrino. Así podemos verlo en muchas representaciones de la figura del Apóstol Santiago como peregrino o de sus discípulos Teodoro y Atanasio. Un buen ejemplo lo tenemos en la Puerta Santa de la Catedral de Santiago de Compostela.
Antiguamente, el bordón o bastón del peregrino era de gran utilidad no solo como apoyo, sino también para vadear algunos riachuelos o conocer su profundidad y también como elemento de defensa contra bandidos y alimañas. También se usaba para portar la calabaza en la que los peregrinos llevaban el agua para beber durante la ruta.
Era habitual que el bastón del peregrino fuese bendecido antes de comenzar el Camino de Santiago.
Pero más allá de su uso, el bordón ha tenido también un significado emocional, ya que ha sido, desde siempre, el fiel compañero del peregrino en el Camino de Santiago, un apoyo no solo físico, sino también anímico etapa tras etapa.
El bordón del peregrino en el Camino de Santiago
El bordón tradicional del peregrino está hecho en madera, preferentemente de avellano o castaño, y su factura es especial para ser utilizado en el Camino de Santiago.
Debe ser robusto y resistente, aunque no muy pesado, generalmente recto y, como decíamos, con una altura, como mínimo, superior al hombro del peregrino para que este mantenga la espalda recta. Los más tradicionales llevan un remate en la parte superior en forma de pomo o de moldura curvada.
Como decíamos, los bastones de madera tradicionales suelen tener también una vinculación emocional con el peregrino, se usan un Camino tras otro y se guardan como objetos de gran valor. Sin embargo, es complicado viajar con ellos y moverse en los momentos en los que no lo necesitamos.
Bastones de trekking en el Camino de Santiago hoy
Por eso, hoy, la mayoría de los peregrinos utilizamos bastones de senderismo o de trekking. La opción más común es el plegable o telescópico, ya que podemos meterlo dentro de la maleta para los viajes de ida y vuelta en coche, tren o avión y, durante el Camino, podemos guardarlo plegado dentro de la mochila cuando no estemos caminando. Así no nos molestan cuando no los necesitamos ni corremos el riesgo de perderlos en algún descuido.
Estos bastones de trekking son muy ligeros, ya que se fabrican en fibra de carbono, acero inoxidable o aluminio. La empuñadura suele estar cubierta para proteger las manos y para facilitar la transpiración. Son muy cómodos e indispensables para facilitar el paso, mantener el equilibrio y ayudarnos a la hora de sortear obstáculos y evitar lesiones. Al ser más cortos que el bordón tradicional, lo ideal es llevarlos formando un ángulo de noventa grados con el codo.
Pero ya nos decidamos por la versión tradicional o la más moderna, no debemos olvidar que, cuando entremos en un centro urbano, ya no necesitaremos el bastón de peregrino, así que debemos evitar golpear el empedrado de los cascos históricos por los que caminemos. Este ruido puede ser muy molesto para los vecinos y también es perjudicial para la piedra de la calzada que forma parte del patrimonio. Si es imprescindible utilizar el bastón porque hemos sufrido algún tipo de lesión, entonces debemos usar protectores de goma en el extremo inferior.
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